La figura de Marcel Duchamp no necesita presentación: este controvertido artista multidisciplinar es una de las figuras clave del siglo XX. De semejante visionario, Duchamp rompió con todos los convencionalismos artísticos de su época. Quizás por eso, su nombre y, sobre todo, su labor artística nunca es libre polémica: genio absoluto? O no tanto? De opiniones, ya saben, siempre hay para todos los gustos. Un par de cosas, pero, nos parecen indiscutibles: su influencia, bien tangible aún hoy, y su capacidad para suscitar disputa. Ahora bien, de Duchamp, sencillamente os queremos contar una curiosísima anécdota que lo vincula con el Empordà.
Este elemento, concretamente, ha sido localizado en su obra póstuma: "Étant donnés 1. La chute d'eau 2. Le gaz de alumbrado". Este trabajo supone el retorno de Duchamp en la primerísima plana del arte moderno, veintidós años después de haberse refugiado en el fascinante mundo del ajedrez. Os tratamos de explicar, por encima, qué es y cómo es esta instalación.
Todo ello es un montaje que se debe contemplar a través de un par de mirillas, uno para cada ojo, realizados en una antigua puerta de madera. Estos dos agujeros permiten observar una pared de ladrillos que, a su vez, tiene una gran apertura. Esta grieta enorme esconde una escena curiosa y enigmática a partes iguales: un mujer, sobre un piloto de plantas, que yace desnuda y boca arriba. La cara se nos oculta; sus cabellos erizados le cubren. La protagonista de la escena tiene las piernas abiertas y sostiene una lámpara de gas. Este último elemento ilumina cuitadament la estampa. De fondo, hay entrevemos un paisaje campestre con cascada incluida. Dicho así, todo parece confabulado a modo de muñecas rusas, ¿verdad? Habría que verla y experimentarla en propia piel. Quizás entonces nos aventuraríem a hablar con más propiedad. Vista la situación, sin embargo, lo dejamos aquí y pasamos a la anécdota.
Qué tiene que ver todo esto con nuestra querida capital bajoampurdanesa? La puerta, ni más ni menos.
Hoy por hoy, se encuentra en Filadelfia, ya hemos dicho que forma parte de la instalación inamovible de Duchamp y, toda ella, reposa imponente en el museo de arte de esta ciudad. No hace tanto, pero, la encontrábamos en el número 85 de la calle del Sis d'Octubre de 1869 de la Bisbal, en plenas inmediaciones del centro de la ciudad. Le debemos la curiosa descubierta a Joan Casellas, que en el año 2010, observando una fotografía, supo atar cabos. En esta instantánea, se observa Tenny Duchamp (esposa del artista) delante de una casa de la Bisbal, precisamente ubicada en la dirección mencionada un par de líneas más arriba. La puerta de la casa, observada con detenimiento, rebela el enigma: Duchamp utilizó una parte de la Bisbal para configurar su última obra. Las marcas y la forma de la entrada son inconfundibles. En esta dirección, encontrará, aún hoy en día, un anticuario: Antic Bisbal. En la fecha en la que la fotografía fue tomada, era regentado por Rafael Ponsatí, un conocido de Dalí. De entre todas las antiguallas que se venden y se vendían en el establecimiento, destacan precisamente las puertas. De hecho, se dice que la que utilizó Duchamp era la entrada a mil puertas más. Algún valiente elucubra algún tipo de simbología?
Todavía hay, sin embargo, otro elemento que podría vincular "Étant donnés 1. La chute d'eau 2. Le gaz de alumbrado" con el Empordà y que, a modo de conclusión, nos hace ilusión de explicar . Esta vez, el vínculo nos hace mirar un poco más al norte: en el Alt Empordà. Fijémonos en el paisaje campestre que se representa en la obra y que, como ya hemos dicho, incluye una cascada. Pues bien, hay unas fotografías, previas al montaje de la instalación, que prueban que Duchamp conocía bien un espacio tan ampurdanés como el del Salt de la Caula, a la población de las Escaules. Si lo conocéis ya sabéis, y si no ya os lo contamos, que este paraje es precisamente conocido por su impresionante cascada. La relación, pues, es más del tipo simbólica: podríamos estar delante de una idealización de este paisaje ampurdanés? Algunas voces osadas defienden esta hipótesis.